“Yo soy también el nieto,
biznieto,
tataranieto de un esclavo.”
(Que se avergüence el amo.)
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¡Qué enigma entre las aguas! (1)
Guillén meditó en más de una ocasión sobre el enigma de sus ancestros africanos En El apellido, escribe: Brilla mi voz como un metal recién pulido./ Mirad mi escudo: tiene un baobab,/ tiene un rinoceronte y una lanza. En cierta ocasión, me manifestó con orgullo cómo su maestro Tomás Vélez, trató por muchos años de indagar y escudriñar en su pasado negro. No dijo más, pero adiviné en sus palabras, en su mirada y sus gestos, que hubiera querido disponer de tiempo para emprender tan descomunal empeño.
Juan Guillén llegó con los fundadores de la villa, de él se conoce poco, alrededor de 1586 se encontraba en Santa María del Puerto del Príncipe; de su descendencia procede Lucas Guillén del Castillo, natural de La Laguna, en Tenerife, hijo de Lucas Guillén del Castillo y doña María de Menes, casó aquí con doña Francisca de Borxes de Acevedo, natural de la villa, el 3 de febrero de 1669. Por allí presumimos que empiezan a proliferar en el reducido vecindario de esos años los “guillenes”. (2)
A mediados del siglo XVII, o quizás antes, no fueron pocos los esclavos pertenecientes a la ascendencia del poeta. Sabemos que avanzado el siglo XVII fue bautizado Francisco, niño esclavo propiedad de Lucas Guillén, hijo de la mulata de su propiedad María y del negro Asencio, perteneciente a la dotación de Pedro Estrada. (3) Y que en Puerto Príncipe en las tres últimas décadas del siglo XVII, entre las familias que poseían mayor número de esclavos, tantos negros criollos como africanos se encontraba la constituida por Guillén-Zayas. (4)
El tatarabuelo de Nicolás: se nombraba Antonio Guillén y estaba casado legítimamente con María Rosario Estrada. El documento que atestigua el nacimiento de su hijo –bisabuelo de Nicolás—, la inscripción bautismal, tiene fecha del 5 de mayo de 1798 y el infante se le puso por nombre José Antonio de la Asención.
Éste contrajo matrimonio con Nicolasa Riveros, en el año 1815 ya estaban casados. El hijo mayor del matrimonio Guillén-Riveros, fue el abuelo del poeta, nombrado Francisco y popularmente en el Puerto Príncipe conocido como Pancho Guillén o el maestro Guillén, era de oficio carpintero. Sabemos que vino al mundo en el año 1816, ya que consta que en 1879, al efectuarse en Puerto Príncipe el empadronamiento de vecinos, declaró tener 63 años de edad.
Puede conjeturarse que el bisabuelo, José Antonio, se trasladara a Bayamo, y que allí naciera el abuelo del poeta, ya que Nicolás refería que “escuchó decir que su abuelo nació en Bayamo”, no hemos podido encontrar, a pesar de las búsquedas la partida bautismal de Pancho Guillén, Todo indica que creció en Puerto Príncipe y que lo estimaban oriundo de esta ciudad.
Siguiendo los libros bautismales, correspondientes a pardos y morenos, de la Parroquia de La Soledad, podemos reconstruir la familia que engendraron los Guillén-Riveros, todos ellos tíos-abuelos del poeta. Consignamos nombres y fecha de nacimiento. Francisca Guillén Peña ―error evidente ya que se registran correctamente nombres de padre y madre—(16 Jun.1818), María de la Paz Guillén Riveros (20 Ene.1820), José Severino (8 Nov.1822), José Leonardo (6 Nov.1824), María Micaela de la Merced (28 Sep.1826), Juan Agustín (6 May.1828), José Cirilo (9 Jul.1830), Ana Catarina (30 Abr.1832). (5)
Pancho Guillén adquirió fama como ebanista y especialista en marquetería. Un carpintero al que llamaban maestro, en parte por su sabiduría en todo lo que tuviera que ver con su oficio, en parte para sustituirle, respetuosamente, el “Don”, que por su condición de mulato no se le podía anteponer al nombre.
Del lado suyo pienso yo que viene la poca vena poética que me ha permitido escribir algunos versos, pues él era muy aficionado a este tipo de entretenimiento, escribe el poeta. (6) Doña Argelia, su nuera, la madre de Nicolás, describía su físico como el de hombre de buena presencia, de piel muy oscura y cabellera lacia. Parece que recordaba a los hindúes, a los indios de la India. El poeta no conoció a su abuelo. Sobre él escuchó múltiples anécdotas contadas por sus padres. Era agudo y fino, y sus próximos recordaban sus chistes y ocurrencias. En sus memorias, apunta: Decíase que había hecho juramento de no cortarse el pelo y dejarse crecer la barba mientras Cuba no fuera libre. En una ocasión en que me narraba un episodio de él, lo definió así: un tipo poco común, inteligente y sensible, valiente, apasionado en sus ideales, pero tocado siempre por la belleza femenina. (7)
Y ese era precisamente lo característico de Pancho Guillén, que le daba fama en el Príncipe de “faldero” y de garañón: su afición por las féminas, quizás más aun que por la poesía, aunque, al parecer, supo utilizar el verso para reafirmar el amor o la belleza en la mujer, no en balde lo afirmó su nieto: No faltaban tampoco los poemas compuestos en homenaje a las muchachas camagüeyanas que se bañaban en el río San Pedro, formado por los dos arroyuelos que pasan por Camagüey lamiendo los viejos muros de la ilustre ciudad. (8)
En el mundo blanco del Príncipe, Don Diego de Urra provenía de lo más granado de las familias principeñas. Vivía orgulloso de su blasón. Su estirpe se remontaba a la llegada a la villa, en la primera mitad del siglo XVII, de don Francisco de Urra Avellaneda, el que casó por 1620 con la principeña, Beatriz de Alarcón. (9) Don Diego, por 1840 (10) fungía como escribano de Gobierno. Casó con Doña Mercedes de Varona, perteneciente a las familias más añejas del Príncipe, que fue de las principales en los siglos XVII y XVIII, así ha quedado asentado en los anales y relaciones de dicha dinastía, que pasó de generación a generación, y de cuyos anales tomó notas el primer historiador de Puerto Príncipe Tomás Pío Betancourt.
El 8 de septiembre de 1824 el cura párroco de La Soledad, Antonio Rodríguez, puso óleo, crisma y bautizó solemnemente a una pardita que nació esclava, el día 2, a la que nombró, María Concepción, (11) hija de los esclavos Mateo y Concepción, fue su madrina, la también esclava, por supuesto, María del Rosario, todos pertenecientes a la dotación doméstica de don Diego de Urra y de su esposa doña Merced de Varona, la pardita sería propiedad de su hija Caridad.
El 21 de julio de 1849, Concepción ya una joven, llegó a la parroquia de la Soledad. La acompañaban los negros, Asunción, esclavo de la familia Urra y la morena libre Rufina Betancourt. Llevaba una criatura en brazos. Su hijo. El que fue bautizado el 21 de abril de 1850, con el nombre de Buenaventura, había nacido el 14 de julio de 1849 y el 25 de abril de 1850, a los nueve meses de nacido, se le otorga la libertad.
La libertad de Buenaventura es conferida a través de la venta a su madre por cincuenta pesos. Ortiz, refiriéndose a la llamada coartación de esclavos, dice: Cuando el esclavo reunía un corto peculio (50 pesos) y éste no le alcanzaba para libertarse se coartaba” (especie de compra de sí mismo a plazos) (12)
El Maestro Guillén era el padre de Buenaventura; en 1849 tenía 33 años; mientras Concepción cumplía los 25. ¿Cómo convivió la pareja en ese tiempo? Suponemos que se vieron inestablemente mientras ella fue esclava, hemos revisado diferentes años de los protocolos correspondientes al escribano Ronquillo y otros, infructuosamente, sin hallar el otorgamiento de la liberación de Concepción. Por diferentes razones, entre ellas la emancipación del hijo, sospechamos que su libertad no tardaría mucho tiempo a la de éste. ¿Estaría coartada? ¿Fue comprada por el Maestro Guillén? Solo sabemos con certeza que catorce años después ya era una “parda libre”.
El 25 de mayo de 1864 en la Partida de Bautismo de Nicolás Guillén Urra, el padre del poeta, consta así:
“En veinte y cinco de Mayo, año del Señor, de mil ochocientos sesenta y cuatro. Yo el Presbítero José Maria de Molina, de con censo Paroquial, en esta Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Soledad, bauticé solemnemente á un párvulo que nació el día diez y seis del corriente. Le puse por nombre Juan Nicolás. Es hijo natural de Concepción Urra, parda libre. Fueron padrinos Antonio Agüero y Catalina Guillen, a quienes advertí el parentesco espiritual y obligaciones contraídas. Para que conste lo firmo en dicho, dia, mes y año”. Lic. Ceferino Silva (Rubricado). José Ma. de Molina (Rubricado). (13)
Desconocemos desde cuando don Nicolás comenzó a utilizar el apellido Guillén, al parecer no se hizo ningún trámite legal para legitimarlo, no aparece nota al pie de su Partida de Bautismo, aclarando el hecho, como era de rigor, aunque tenemos en cuenta también que en no pocas ocasiones dicha nota aclaratoria era omitida, y el apellido paterno era incorporado al nombre espontáneamente; Nicolás figuraba ya con su patronímico en el Padrón de Vecinos de Puerto Príncipe, año de 1879. (14)
El 15 de septiembre de 1854, el Maestro Guillén contrae matrimonio con María de la Concepción Márques, fueron los padrinos sus hermanos: José y Catalina Guillén. Ese mismo día, al matrimonio le nació una niña, la que nombran, María de la Caridad, por lo que no es aventurado conjeturar que el matrimonio resultó enlace obligado, de esos que llamaban de “reparación de faltas”.
El 6 de febrero de 1856 nace José Ricardo y el 10 de agosto de 1858, Rita Lorenzo, (15) las madrinas de ambos son miembros de la familia Guillén. De esta manera en el matrimonio de Pancho y María de la Concepción procrean tres hijos legítimos.
Han sido infructuosas las búsquedas para seguirle el rastro a este matrimonio y muy en particular a Pancho Guillén. Las historias que puedan tejerse de estos acontecimientos son diversas, y están expuestas a los equívocos y elucubraciones que suele darnos la imaginación y las suposiciones, por eso nos hemos limitado a exponer los hechos.
Con el maestro Guillén volvemos a encontrarnos en1879, teniendo como marco el llamado callejón del Cañón o del Ángel ―hoy Finlay―, habitaba la vivienda número 12 y medio. Algunos aseguran que allí estableció su taller de carpintería. Aparece, junto a su familia, en el Padrón de Vecinos de Puerto Príncipe, año de 1879. Los datos que recoge dicho documento son los siguientes, habitan allí: Concepción Urra Varona, de 55 años; Francisco Guillén Riveros, soltero, 63 años; Nicolás Guillén Urra, 15 años; Concepción y Guillermo Guillén, de 4 y 11 años, respectivamente, ambos con el apellido materno, Nadal o Nadales.
Las circunstancias son interesantes y aclaratorias, en primer lugar es prácticamente la constancia de una presumible estabilidad en la unión de Pancho y Conchita, según entendidos, consultados, es difícil que aparezca en un padrón de vecino, en aquellos años, un residente ocasional que declare su estadía ―en censo oficial― en una vivienda. O sea, el documento nos da idea de que el vínculo se hace permanente entre ambos. Por otro lado ―aún teniendo en cuenta que en el pliego trascripto pueden existir omisiones―, resulta poco probable, que se mencione el hombre del cabeza de familia al habitar en otra vivienda. Pero hay más, un reconocimiento tácito de su hijo sobre el papel desempeñado en la formación legada por su progenitor, cuando le expresa a Juan Gualberto Gómez, en una carta: “un sentimiento de justicia, el que me llevó a la revolución, conformado en mi alma en el hogar por un padre de espíritu inflexible”. (16)
Los menores, suponemos que pueden ser hijos de Buenaventura (Ventura), que en esos años frisaba los treinta y no tenía vinculación directa con este hogar, y es muy probable residiera ya en la capital, porque según el poeta: Ventura era carpintero ebanista, como su padre, y gozaba entre sus congéneres de gran prestigio a causa del dominio de este oficio. El también se había ido de Camagüey, cuando mi padre era un niño y habíase instalado en La Habana (…) era muy enamoradizo. (17)
El matrimonio tuvo otro hijo ―suponemos que fue el menor y probablemente lo engendraron ya en la senectud, porque tampoco aparece residiendo junto a ellos en este año―, se nombraba Néstor. (18)
Al estallar la Guerra de Independencia, a pesar de sus 79 años, el maestro Guillén no pudo contener su fogosidad y ansia por ver libre su patria, y se alzó. Había hecho juramento de no cortarse el pelo y dejarse crecer la barba mientras Cuba no fuera libre” (19), escribió su nieto.
El Maestro Pancho, junto a su hijo, fue incorporado en la Maestranza, en el Taller de San Diego del Chorrillo, al este de la Sierra del Chorrillo, (20) muy próximo al Hospital Santa Inés, conocido por Hospital Santa Rosa, nombre que se hizo popular por estar al cuidado de Rosa La Bayamesa. Sus achaques se agudizaron, se vio precisado a ingresar en el célebre hospital, donde lo atendió hasta su fallecimiento, el 1ro. de febrero de 1898, su entrañable amiga Rosa La Bayamesa. (21)
El 26 de octubre de 1895, el pardo, albañil, Máximo Carmen Tejeda, comparece al juzgado para dar cuenta que doña Concepción de Urra y Varona, soltera, de 71 años, falleció en el callejón de Los Ángeles 12 y medio de enteritis crónica. Resultan interesantes los datos obtenidos de la defunción. Como vemos, la que fuera esclava ostenta el tratamiento de doña, concedido a los blancos o a mulatos de algún relieve, ya en esos años; pero lo más importante y trascendente, al transcurrir más de 70 años de su nacimiento en el seno de la connotada familia Urra, Conchita, antes de morir, abre la caja de Pandora: no era hija del esclavo Mateo, fue su padre el distinguido don Diego de Urra. Queda claro el porqué de la libertad otorgada a Buenaventura, el primogénito, y posteriormente a ella
Nicolás afirma, rememorando luego su niñez, quizás por algunas referencias de sus padres: Esta abuela se llamaba Concepción de Urra, y nadie le hubiera atrevido a negarle el doña, aunque quienes la querían la llamaban Conchita, Conchita de Urra”. (22)
Federico Catalino de Urra era el benjamín de la prole de don Diego Antonio de Urra, hijo, a su vez, de don Diego de Urra. (23) El apego familiar de Federico se extendió a sus “sobrinos naturales”, con preferencia de Juan Nicolás, luego a su descendencia. Evoca el poeta: “(...) Mi tío Don Federico de Urra, blanco, iba todos los domingos a vernos cuando no a llevarnos de paseo. Generalmente, nos dirigíamos al Casino Campestre, viejo parque de la época colonial. Don Federico, alto, grueso, de labios sensuales (y él lo era), venía a ser en realidad un tío abuelo, pues era hermano carnal de mi abuela paterna. (...) (24)”
En su “Balada de los dos abuelos”, precisamente el “abuelo blanco” se nombra Don Federico. Percibió el poeta lo esencial de la otra cara de su historia, no hizo gala de ella, pero tampoco la menospreció; al contrario, fue parte fundamental de su “color cubano”. Por: José Manuel Villabella
Notas:
(1) Nicolás Guillén: “El apellido”. “Elegías”. Obra Poética págs., 394-398
(2) Archivo personal, Historiadora, Lic. Amparo Fernández. Parroquial Mayor, libro No.1, folio 3. Matrimonios. Años 1668 a 1681.
(3) Amparo Fernández y Galera: Cultura y costumbres en Puerto Príncipe. Siglod XVI-XVII, p, 90, Editorial Ácana, Camagüey, 2005.
(4) Ibid, p, 88.
(5) Parroquia de N.S. de la Soledad, libros del 10 al 12 de Pardos y Morenos. Pardos Libres, años 1818 al 1832. Pedro Deschamps Chapeaux en: Testamentaría de pardos y morenos libres en La Habana del siglo XIX “ en “Contribución a la historia de la gente sin historia”, p. 98, dice: “En lo referente a la onomástica (…) Entre los varones los que aparecen con más frecuencia son: Francisco, Pedro, Juan y José, y en cuanto a las hembras: María de Regla, María de la Merced, María Dolores, lo que parece corresponder más que a la selección o preferencias de los padres o padrinos, a una norma trazada por los encargados de administrar el bautismo, tal vez, con el propósito de establecer una división social en la onomástica colonial, fijando nombres propios para negros y blancos.”
(6) Guillén, Ob. Cit. p, 29.
(7) Cita textual de Guillén al autor.
(8) Guillén: Ob. Cit. p 29
(9) Parroquial Mayor, libro 1, folio 82 Vto.
(10) Don Diego de Urra aparece como “excelentísimo señor” en la Inscripción de Nacimiento de su nieto Federico Catalino. Libro 18, folio 81 Vto. No.265. Parroquial Mayor. Arzobispado de Camagüey. Se desempeñaba como Escribano de Gobierno, según Archivo personal de la historiadora, Lic.Amaparo Fernández y Galera.
(11) Parroquia de NS. de la Soledad, libro 11 de Pardos y Morenos, folio 47 Vto, Número 357.
(12) Ortiz: Ob. Cit. p, 287.
(13) Parroquia NS de la Soledad, libro 18 de Bautismos de Pardos y Morenos, folio 6 Vto. Nùmero 46.
(14) Padròn de Vecinos de Santa Marìa de Puerto Príncipe. Año de 1879. Archivo Lic. Amparo Fenández y Galera.
(15) Parroquia de NS de la Soledad libros 16 y 17 Bautismos de Pardos y Morenos, folios 152 Vto. y 16 Números 943 y 96, respectivamente.
(16) Archivo personal Gustavo Sed Nieves.
(17) Guillén: Ob. Cit. p, 30
(18) Defunción de Concepción Urra Varona. Registro Civil de Camagüey. Defunciones. Puerto Príncipe 26 de octubre de 1895. “(…) dejó de sucesión los hijos mayores de edad: Don Buenaventura, Don Nicolás y Don Néstor”
(19) Guillén: Ibid, p, 29.
(20) San Diego del Chorrillo pertenece al sistema montañoso conocido como Sierra de Najasa y Guaicanamar. Es un lugar muy importante en hechos históricos, en la guerra de los Diez Años fue sede, en más de una ocasión, del Gobierno de la República en Armas. Actualmente forma parte del municipio Najasa.
21 AHP. Expediente de Matrimonio de Juan Nicolás Guillén Urra y Argelia Batista Arrieta. Legajo 3, No. 159, Juzgado Municipal de Puerto Príncipe.
(22) Guillén, Ob. Cit. p, 28.
(23) Federico Catalino de Urra, hijo de Diego Antonio de Urra y Asunción Olivera, nació el 25 de noviembre de 1843. Parroquial Mayor, libro 18, folio 81, Vto. Número 265.
(24) Guillén, Ob. Cit. p, 28.
1 comentario:
Buenos días. Me ha parecido muy interesante su artículo y me gustaría hacerle una pregunta a la que quizá pueda darme respuesta. ¿Existe algún parentesco familiar entre Nicolás Guillén Batista y Policarpo Candón Guillén? Policarpo Candon Guillén nació en Cádiz (España) en 1905, aunque creció en Cuba. Era hijo de Juan Candón Mallero o Mayero y de Josefa Guillén Navarro. Llegó a ser Comandante de Milicias durante la Guerra Civil Española y era hermano de mi bisabuela. Mi abuela me ha contado que Nicolás y él eran primos, pero no he conseguido establecer el vínculo. Quizás usted pueda darme alguna pista. Muchas gracias y un saludo. Gustavo Pajares Borbolla.
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