lunes, 14 de marzo de 2011

El periodismo es como la vida misma

(tomado de Cubasí)
Para varias promociones de graduados de periodismo, Julio García Luis es "El Decano", en reconocimiento a su etapa al frente de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana.

Para muchos otros periodistas, ha sido a lo largo de estos años el reportero capaz, el cronista ameno, el comentarista agudo.

Para todos los que lo conocen, es un hombre amable y modesto que se hace querer y respetar sin altisonancias.

Para satisfacción de sus muchos alumnos y colegas, Julio García Luis acaba de recibir el Premio Nacional de Periodismo José Martí, el más importante de su tipo en Cuba.Lo entrevistamos.

-¿Cómo llegó al periodismo? ¿Cuándo supo que sería periodista y no otra cosa?

“Yo no escogí en realidad nada. Era una época de decisiones rápidas. Había salido del trabajo en educación, como maestro de escuela y como profesor, y me estaba iniciando en el trabajo del Partido, cuando se presentó la coyuntura de la microfracción y sus irradiaciones en el naciente periódico Granma. Armando Hart, entonces Secretario de Organización, me envió para allá como parte del equipo que acompañó a Jorge Enrique Mendoza, que había sido nombrado director.

“Nunca había estado en una redacción. La formación como periodista la adquirí en la propia redacción de Granma, pero tal vez por esa propia génesis nunca me planteé que no pudiera ser también otra cosa. De hecho, siempre seguí siendo profesor, algo que me gusta. Hay mucho de común entre el profesor y el periodista, aunque ser maestro, a mi juicio, es una categoría superior a la de académico o a la de periodista reconocido”.

-¿Cuáles fueron sus periodistas de referencia?

“Del Granma de mi tiempo no se puede hablar sin mencionar el magisterio macizo y un poco socarrón de Agustín Pi, el culto gramatical de Elio Constantín y el afilado lápiz de Alfredo Viñas. Tampoco se puede prescindir de la maestría en los reportajes de Vicente Cubillas y Marta Rojas. Ni del periodismo peleador e inquisitivo de Mirta Rodríguez Calderón. Ni del comentario redondo de Juan Marrero, o la crónica de Ricardo Sáenz... Estaban los grandes caballos de batalla de la información diaria, como Juan Varela o Joaquín Oramas. A todos ellos les debo, y a muchos más”.

-¿Cuáles han sido los momentos más intensos de su labor?

“Los periodistas disfrutamos de privilegios que no se corresponden con nuestros méritos personales. Yo tuve el mayor de ellos al poder cubrir como periodista muchas actividades de Fidel y también algunas de Raúl, dentro y fuera de Cuba. Siempre recordaré eso. Cierro los ojos y me veo, hace cuarenta años, dando tumbos de madrugada por alguna ciudad africana, en busca de un radista soñoliento y compasivo que accediera a pasarme ¡en clave Morse! una nota para Granma, en la que daba cuenta de la agitada jornada que acababa de vivir el Comandante en Jefe”.

-¿Hasta qué punto el periodismo es un acto de creación? ¿Puede llegar a ser puro oficio?

“El periodismo es la vida misma. Hay de todo: desde el reportaje sublime e irrepetible hasta la nota del día a día. Lo importante es invertirse a fondo siempre. Me gusta aquella frase de Retamar de que en el mundo tiene que haber tanto elefantes como mariposas”.

-¿Hizo el periodismo que quiso o el que le tocó?

“Pienso que el periodismo que hacemos es siempre el que nos toca hacer. Nosotros somos gladiadores políticos y no almas solitarias. No le podemos imponer a la vida nuestros deseos, como tal vez sea legítimo en el arte, la literatura u otros campos. Somos hijos de un tiempo, y vamos con él. El querer es también importante, pero debe apuntar a tratar de hacerlo lo mejor posible”.

-Ha dedicado parte de su desempeño a la formación de nuevos profesionales. ¿Qué hace falta para enseñar periodismo? ¿Qué busca en un estudiante de periodismo?

“Me parece, sin pecar de pretencioso, que en la reproducción del cuerpo de periodistas va una parte importante de la visión futura de nuestra sociedad. Los nuevos debieran recordar en todo momento que vienen del país que dio a Varela, José Joaquín Palma, Martí, Casals y tantos otros, y no creerse que se las saben todas.

“Los que los preparamos debemos cultivar en ellos, sobre todo, la humildad, la ética y el compromiso. El periodismo será siempre, al menos en Cuba, un asunto de cultura y decencia, y no tanto de tecnologías. Lo principal, a mi modo de ver, es que ese ser humano en formación, síntesis de una historia, se sienta y actúe a la vez como sujeto de cambio al servicio de nuestro pueblo.”

-¿Qué responsabilidad asume al recibir el Premio Nacional de Periodismo José Martí?

-“Muchos me han oído repetir este proverbio, que aprendí en Santa Clara de un profesor de ascendencia árabe: hay una hormiga negra, en una noche negra, que sube por una columna negra; nadie la ve, pero Alá la ve. Me sirvo de él esta vez para decir que hay una forma de ser fiel a Martí, a nuestra historia, a nuestra causa, a Cuba, que es el esfuerzo anónimo de los cubanos comunes —decisivo ayer, hoy y mañana—, que cada día de sus vidas se levantan para cumplir el deber, sin que nadie se entere. Yo siento que ahí está mi puesto y en él estaré mientras me alumbre el sol”.Por Yuris Nórido

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