En cierta ocasión visité la sala de oncología del Hospital Pediátrico de Camagüey Eduardo Agramonte Piña para realizar un reportaje periodístico sobre una donación de obras de arte de artistas camagüeyanos. Allí conocí a varios niños con diferentes padecimientos, entre ellos estaba uno que llamó poderosamente mi atención por estar vendada prácticamente toda su cabecita y un ojo, tendría cuando más siete años y aunque no recuerdo su nombre, no puedo olvidar la historia que sobre este paciente me hiciera la médico de la sala. Este pequeño paciente sufría de un tumor congénito que crece en la retina. La historia fue más escalofriante al conocer que debido al bloqueo que Estados Unidos impone a Cuba, no se podía llevar un tratamiento óptimo con este niño porque necesitaba unas placas de Yodo Radiactivo que sólo pueden ser compradas en el Imperio del Norte.
La experiencia de este niño camagüeyano y de su familia se repite por toda Cuba, como una suerte de san benito que no nos podemos quitar de arriba, por el capricho injusto de una política cruel.
Por más de cincuenta años los sucesivos gobiernos de norteamericanos utilizan esta herramienta política para desestabilizar a la Revolución cubana. El bloqueo económico, comercial y financiero, la subversión y la guerra psicológica y propagandística han sido instrumentos permanentes de una política sistemáticamente dirigida a tal fin. Por sus características el bloqueo se considera como un acto de genocidio y como acto de guerra económica. Las sanciones unilaterales contra Cuba tienen un extendido efecto fuera del territorio norteamericano sobre empresas y ciudadanos de terceros países. Por ejemplo Cuba continúa sin poder exportar e importar productos libremente y servicios hacia Estados Unidos y desde este. Nuestro país tampoco puede utilizar el dólar americano en sus transacciones internacionales, ni tener cuentas en esta moneda en bancos de terceros países si es un nacional o empresa cubana, así como no se le permite tener acceso a créditos de bancos en estados Unidos, filiales en terceros países y en instituciones como el banco Mundial, el FMI o el banco Interamericano de Desarrollo.
La lista es interminable de cubanos que han sufrido las injusticias de este bloqueo. Muchos somos los cubanos que en un día como hoy estamos al tanto de las votaciones, con la esperanza apostada por que se desaten las injustas cadenas. Es cruel el bloqueo, es ilícita la política que nos imponen, es extremadamente inhumano que nos cerquen económicamente en un mundo que apuesta el intercambio entre naciones para su supervivencia. Los cubanos hoy sabemos que el Bloqueo no es una utopía.
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