Hace pocos días visité el kiosco o punto de venta de Los Camilos, ubicado en la circunvalación Sur de la provincia de Camagüey. Compré aguacates, habichuelas, boniatos y fruta bomba. Los Camilos es una pequeña finca., perteneciente al grupo de la agricultura suburbana, donde precisamente laboran dos hermanos que tiene este nombre. Las producciones provienen de su finca y de su sudor.
Esta finca, es una de las más de mil que se desarrolla como unidad productiva en el cordón verde que rodea a la ciudad de Camagüey. Destinado a ser la fuente fundamental para el abastecimiento de alimentos de los habitantes de la ciudad agramontina.
Recientemente el país autorizó, de forma organizada la comercialización de productos agrícolas en puntos de venta o kioscos que son propiedad de la forma de producción. Luego del debido autorizo por cada Consejo de la Administración Municipal, la población podrá adquirir una mayor variedad de productos acompañada de la calidad y de una mejor presentación, porque de la tierra ya no pasan a manos de intermediarios ni sufren transportaciones de varios días.
Con esta experiencia se eliminaron, además, las elevadas tarifas que imponían ciertos revendedores, que en ocasiones llegaron a ser un problema no sólo para la población sino también para el fisco, al no tener forma de registrar las ganancias reales.
Actualmente los vendedores en los puntos de venta abonarán a través de la entidad propietaria un impuesto sobre las ventas que diariamente realicen, de un cinco por ciento. Esto se consignará bajo una declaración jurada diaria en el registro que habilita el representante del kiosco designado por la entidad.
La experiencia ha sido aplaudida por productores y consumidores, teniendo en cuenta que se aprovechan mejor las producciones que antes se perdían en patios y parcelas. Ahora lo que se recoge en el campo va casi directo a la mesa de los cubanos, sin mediar tantos obstáculos, sin pasar varios días que equivalen a un deterioro de la calidad del producto y sin que existan revendedores que disparan los precios, que se tornaron en ocasiones inalcanzables.
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